02 agosto 2010

He vuelto a soñar contigo

He vuelto a soñar contigo.

Venías a verme sin miedos y sin cadenas, venías a verme en libertad. Te sentabas, y yo apenas tenía tiempo de servirte una copa para ver que tu mirada volvía a ser la de siempre; sonreíamos, y mientras tendías tus brazos hacia mí, mis labios acudían a su cita con los tuyos. Nuestras lenguas se reencontraban, con fuerza. Las yemas de mis dedos dibujaban con suavidad dibujitos en tu cara, y el contacto con tu piel me devolvía la serenidad, tanto tiempo perdida. Sin dudarlo, nos quitábamos la ropa el uno al otro, como dos niños traviesos.
Al redescubrir tu pecho, no podía evitar un gesto de admiración que agradecías, ofreciéndome tu cuerpo con generosidad. Mis manos tomaban tus senos como si los estuvieran midiendo, pesando, con una ligera presión que te hacía estremecer. Besaba tus aureolas que tantas veces he recordado por su parecido con una obra de arte, perfiladas con exactitud y coloreadas por un ilustre pintor. Mi boca subía de nuevo por tu cuello hacia tus labios, mientras mis dedos resbalaban por tu vientre. Entonces, los tuyos tiraban de mi mano hacia tu sexo, como para guiar mejor mis pasos por el Paraíso.
Nuestros cuerpos superaban las temperaturas permitidas, y me susurrabas al oído que había llegado el momento; entraba dentro de ti, escuchando tu respiración acelerada. Iniciábamos un baile de movimientos acompasados. Sintiendo cada milímetro de tu cuerpo, mis manos jugaban con tus muslos, con tu pecho, con tu espalda, llevándonos al éxtasis, mientras seguíamos besándonos con las dosis exactas de delicadeza y pasión que tienen los que se aman.

Una vez alcanzada la máxima intensidad, estallábamos al mismo tiempo, abrazándonos, como no queriendo terminar. Después, te miraba a los ojos, y volvíamos a besarnos, sabiendo que lo que existe entre los dos va más allá de los propios sueños.

He vuelto a soñar contigo, y despertar ha sido como morir de nuevo. Porque lo que sueño, lo he vivido, durante muy pocos días, lo recuerdo con tanta precisión que se me oscurece el alma al saber que hoy no puedo vivirlo de nuevo, y lo imagino, y lo deseo, en un futuro que sólo parece existir allí, en los sueños.