El Libro
Callejeando, el Gato se encontró con un precioso libro de gruesas tapas, páginas escritas con esmero y bonitas ilustraciones de colores. Se lo llevó a su tejado preferido, y allí, bajo la luz de la luna llena, empezó su lectura. Era un libro mágico, cuyo contenido se iba adaptando a sus deseos, y desde los primeros capítulos, encontró un mundo dulce, en el que las hadas cuidaban de una hermosa princesa, más guapa que un rayo de sol en invierno, y no existían las brujas, ni los ogros, ni había malos, y la princesa se enamoraba de un mendiguito, poeta y saltarín.
Pero a medida que el día desplazaba con insolencia a la noche, las páginas se fueron llenando de manchas negras. Había empezado a llover, y las gruesas gotas deshacían la tinta, convirtiendo el precioso cuento de colores en una historia terrible. Las hadas se fueron deformando hasta parecer monstruos, y la princesa, dando la espalda al mendiguito, que era tan poeta como saltarín, cedió ante el poder inmenso y oscuro de la Realidad. Y mendiguito dejó de saltar, y no volvió a escribir un solo verso, jamás.
Asustado, el Gato quiso pasar desprisa las páginas, para llegar cuanto antes al final, con la idea de salvar lo insalvable, pero era tarde, a medida que recorría velozmente las páginas negras, su corazón de gatito latía más y más rápido, hasta que la luna desapareció del todo, dando paso a una mañana de domingo triste y lluviosa.
Desde los tejados, se oye todavía un maullido triste como unas páginas mojadas, junto a un libro que nunca volverá a abrir. Su vida ha cambiado; desde entonces, el Gato Callejero no ha vuelto a soñar.
Foto: Juanjo
Pero a medida que el día desplazaba con insolencia a la noche, las páginas se fueron llenando de manchas negras. Había empezado a llover, y las gruesas gotas deshacían la tinta, convirtiendo el precioso cuento de colores en una historia terrible. Las hadas se fueron deformando hasta parecer monstruos, y la princesa, dando la espalda al mendiguito, que era tan poeta como saltarín, cedió ante el poder inmenso y oscuro de la Realidad. Y mendiguito dejó de saltar, y no volvió a escribir un solo verso, jamás.
Asustado, el Gato quiso pasar desprisa las páginas, para llegar cuanto antes al final, con la idea de salvar lo insalvable, pero era tarde, a medida que recorría velozmente las páginas negras, su corazón de gatito latía más y más rápido, hasta que la luna desapareció del todo, dando paso a una mañana de domingo triste y lluviosa.
Desde los tejados, se oye todavía un maullido triste como unas páginas mojadas, junto a un libro que nunca volverá a abrir. Su vida ha cambiado; desde entonces, el Gato Callejero no ha vuelto a soñar.
FIN
Foto: Juanjo
6 Comments:
Gatito callejero no has querido pensar que si callejeas de nuevo otro libro puedes encontrar?
cariños en tu lomo mojado
El gato encontrará otros libros, vivirá otras vidas y volverá a soñar. Porque este es un gato callejero, pero no es un gato cualquiera.
Hazle una caricia de mi parte :)
Estrella
ansio tanto tus palabras, son la unico conexion que me queda de esa ciudad que aun me duele en el alma
JUANJI...Me dió tanta tristeza leer tus palabras... :(
Saber que no volveremos a soñar es lo más doloroso que se puede sentir...
P.D.:En particular ando como el minino de tu cuento,sintiendo que mis sueños se rompen y se desvanecen como el agua entre mis dedos... :(
TE DEJO UN BESAZOS MAS QUE ENORME!
(y ojalá sientas lo mucho que te extraño)
y porque no tendió las hojas al sol? seguro que al darle los rayos las hadas vuelven a ser hermosas. Y el gato volverá a soñar.
besos
Palabras que han deterinado que el minito no sueñe, cuanto hay de cierto, en que alguna palabra se te clava en la cabeza y pone fin a las ilusiones, me siento como ese gato...
Saludos!!!
Publicar un comentario
<< Home