20 septiembre 2006

EL ÁNGEL DE PIEDRA


Kaixinha me pidió que ilustrara con palabras una de sus fotos.

Acepté gustosamente el reto, y fue un honor para mí que publicara en su blog este trabajo conjunto.

Esta es la historia, os invito a recorrer el blog de Kaixinha, que además de amiga, es una gran fotógrafa, como podréis comprobar.

Y ahora, os dejo con la historia del Ángel de Piedra, pero por último, quería añadir que su nuevo reto ha sido "escribir otra sobre la misma foto con un final feliz". Va a ser mucho más difícil.

Hoy soy una estatua, ese ha sido mi castigo para toda la eternidad. Pero antes fui un ángel, y necesito contar mi historia, aunque nadie la lea.

Vivía feliz en el Cielo, allí donde todo es placentero y dulce como una tarde de invierno compartiendo un chocolate caliente. Un día, me llamo Elquemanda. “Ángel, voy a encomendarte una misión: proteger a una criatura de la Tierra, tendrás que acompañarla, cuidarla, mimarla, porque no quiero que esté sola.” Acepté, ilusionado por el periodo que iba a pasar en el planetita azul, del que tanto me habían hablado.

Llegué hasta el lugar donde la criatura dormía, y soplé con suavidad para que su despertar fuera también muy suave. Cuando abrió los ojos, su mirada me deslumbró y me refugié en un rincón de su cuarto. Tímidamente, me acerqué a ella y quedé tan impresionado por su belleza que se me erizaron hasta las plumas de las alas. Comprendí que iba a tener problemas...

¿Cómo cuidar y proteger cuando te van arrastrando los sentimientos, como un tronco a la deriva en un río caudaloso? Poco a poco me dejé llevar por los miles de detalles que la hacían tan encantadora, y si bien procuré cuidarla y protegerla, mi exceso de pasión me llevó a utilizar mis alas como un escudo, para que nada del mundo del Mal pudiera nunca hacerle daño. Ese fue mi error, la muchachita, guapísima por cierto, empezó a sentir calor, y después, sofoco. Se sintió ahogada y oprimida por esa presencia constante, por esas alas de ángel, capaces de hacerla volar, pero también capaces de encerrarla como si fuera una presa.

“Vete, no quiero verte nunca más”... fueron sus últimas palabras.

Volví cabizbajo al Cielo, y me dijeron que, por primera vez, un ángel no había cumplido su misión. Esperé resignado mi sentencia: “Lo siento, seguirás siendo un ángel, pero de piedra.”

Hoy soy una estatua, ese ha sido mi castigo, y la eternidad, fría como una piedra, no se acaba nunca.

5 Comments:

Blogger Gacela said...

De la protección al encarcelamiento, de cuidar a cortar las alas. A veces querríamos proteger a nuestros seres queridos de todos los males, pero eso sólo podríamos hacerlo encerrándoles en una burbuja de cristal... y no se puede vivir encerrado siempre.

20 de septiembre de 2006, 17:37  
Anonymous Anónimo said...

A veces el exceso de protección te roba las alas d la libertad.
Un relato deleitable... Mil besos.

20 de septiembre de 2006, 21:58  
Anonymous Anónimo said...

Muy bonito el relato

Un besazo

21 de septiembre de 2006, 16:08  
Blogger kaixinha said...

Obrigada Juanjo! Gosto muito da história que inventaste para a minha fotografia. Tem pormenores deliciosos! E é triste... como o cinzento do céu ao fundo.
Um beijinho da kaixinha.

21 de septiembre de 2006, 20:55  
Anonymous Anónimo said...

es mu muy bonito,, tanto la foto, como el relato.. besos

12 de noviembre de 2006, 5:21  

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