Maullidos
Las primeras lluvias de septiembre, esos aguaceros tradicionales del preotoño que sorprenden a los paseantes nocturnos de las grandes ciudades, habían dejado las calles húmedas y casi frías. Una farola mal instalada por los funcionarios de un ayuntamiento inepto parpadeaba dando luz y oscuridad simultáneamente, cumpliendo e incumpliendo con su deber, en un acto constante y cadencioso de rebeldía y arrepentimiento. Con esa luz y no luz, no resultaba del todo fácil localizar la silueta siempre elegante de Gato Callejero que caminaba despacio, acompañado de su sombra. Gato tenía hambre de Ella, y miraba con cierto desdén los restos de latas de sardinas que iba dejando a su paso. Tenía ganas de hablar, de mantener una de esas viejas conversaciones larguísimas que había tenido, tiempo atrás, con su gatita preferida, su favorita, la más guapa, por cierto. Gato Callejero seguía buscándola, y levantaba sus orejas agudas al más mínimo sonido que pudiera indicar dónde se encontraba la felina de sus sueños. Con agilidad y precisión, subió por unas tuberías hasta llegar a los tejados, su territorio. Desde allí, la ciudad entera parecía una maqueta en la que todo es de mentira. Alzó el cuello y sus pupilas reflejaron una hermosa luna casi llena. Instintivamente, miró hacia atrás y vio que lo único que quedaba en su vida era su sombra, estilizada por la luz de Luna, que le miraba compasivamente. Gato Callejero maulló como nunca lo había hecho, era un maullido tan desgarrado, tan lleno de tristeza y de dolor, que las nubes rugieron, Luna se eclipsó, y los ángeles, todos los ángeles del cielo y de la tierra, se fueron al infierno, a llorar con los demonios. El Diablo habló con Dios, y ambos, enfurecidos, decidieron que la Ciudad de las Mentiras debía quedar sepultada por el agua, salvando únicamente sus tejados.
Hoy, sobre esos tejados que son la prueba de que un día existió una ciudad, se ve, cuando brilla la Luna triste, un Gato Callejero que camina por ellos, mirando al suelo.
Hoy, sobre esos tejados que son la prueba de que un día existió una ciudad, se ve, cuando brilla la Luna triste, un Gato Callejero que camina por ellos, mirando al suelo.
7 Comments:
La cuidad de las mentiras ese lugar que aúnque sepultada todo el mundo alguna vez ha visitado, no aprendieron nada de ese maullino del felino de 7 vidas.
Un beso
Tejados q guardan secretos de más años q una vida...
Un fuerte abrazo. Gracias x la conversación de hoy.
No sabía donde comentarte que me han encantado tus blogs, me han parecido muy hermosos, llenos de sensibilidad, y yo, que a veces soy una cursi, me he emocionado.
EStoy feliz de que los gatos tengan siete vidas...
Cuando la luna parezca asomar su rostro por entre estos tejados pensaré en él y en su elegante caminar
espero q tú tb sepultes esa ciudad.. sufre llora patalea. pr de un tirón .. y luego sigue sigue adelante.. ah y en todo ese proceso recuerda q estaré cerca.. besos
Ese gato ya ha tomado la determinacion mas dura, seguir adelante, ahora solo le falta, aprender a hacerlo con alegria
Un beso
No sabía que habías vuelto!!
Es una buena noticia, sin duda... a partir de ahora, el gato tiene una gata más que le acompanya por los tejados :-)
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